Por Rosa Sanz.

Según Fina Sanz (psicóloga, sexóloga y pedagoga), “la seducción es lo que hacemos, consciente o inconscientemente, como una búsqueda de reconocimiento y valoración por parte de los demás”. Es una definición muy acertada. En el fondo, la seducción es un comportamiento activo para conseguir algo de otras personas. Por tanto, la seducción no se limita al ámbito de la conquista amorosa. Sirve también para la vida diaria: para una entrevista de trabajo, para vender, para enseñar, y por supuesto, para mantener enamorada a nuestra pareja.

La realidad es que hay personas muy seductoras y otras que no se manejan bien en ese campo… ¿Qué tienen esas personas seductoras que no tienen otras? ¿Son más guapas que las demás? No tiene porqué; el físico puede ayudar pero no es lo más importante. Si pensamos un poco, seguro que conocemos a personas seductoras que no son especialmente guapas ni tienen un físico extraordinario.

Sin embargo, solemos atribuir demasiada importancia a nuestro aspecto físico. En muchas ocasiones, si algo nos acompleja, nos sentimos incapaces de seducir o atraer a alguien… ¿De verdad tiene tanta importancia el físico? No, no la tiene. Todos conocemos a personas guapas y con un tipo maravilloso, quienes puede que nos hayan gustado en un principio, pero por las que perdemos interés si no nos agrada su comportamiento o su forma de pensar y de ser.

Y, por el contrario, cuando conocemos a una persona que, a priori, no nos atrae, pero a medida que profundizamos en la relación nos va cayendo cada vez mejor, nos gusta su personalidad y cómo nos trata, probablemente hasta nos parecerá más guapa.

Por lo tanto, es importante interiorizar que las imperfecciones físicas, que a veces nos preocupan tanto, realmente no nos deberían limitar a la hora de seducir. Sería conveniente aprender a sacar partido de nuestras virtudes, potenciar lo bueno que tenemos y disimular aquello con lo que no nos sentimos tan cómodos, pero aceptándolo y valorándonos en conjunto.

La seducción es lo que hacemos, consciente o inconscientemente, como una búsqueda de reconocimiento y valoración por parte de los demás

Por mi consulta han pasado personas con complejos tan diversos: alguna se sentía mal por unas estrías, a otra persona no le gustaba su pelo, otra pensaba que tenía muchas ojeras… Pero hablando con sus parejas, no le daban ninguna importancia a esto, incluso, en ocasiones, les gustaban esas características, al considerar que les aportaban personalidad.

A veces es difícil hacerles ver a estas personas que los demás no nos fijamos en esos detalles, sino que vemos a la persona en su conjunto y, muchas veces, eso que les parece tan importante y limitante pasa desapercibido para el resto. A otras personas esa característica incluso les gusta y no lo ven, ni mucho menos, como un defecto. A menudo, somos nuestros peores jueces.

¿Por qué no dejamos de cuestionar nuestro cuerpo y aprendemos a quererlo? Tenemos una biología maravillosa, que nos permite disfrutar de tantos placeres en esta vida… Vamos a agradecer la fortuna de tener una naturaleza que nos permite mirar, tocar, saborear, escuchar, oler, andar, coger, saltar, correr, amar, pensar, hablar, cantar, bailar… Incluso cuando no cuidamos nuestro físico, este lucha a contracorriente para que todo funcione. ¿Por qué no dejamos de censurarlo y empezamos a quererlo y valorar cada una de las funciones que nos permite hacer?

Es importante interiorizar que las imperfecciones físicas, que a veces nos preocupan tanto, realmente no nos deberían limitar a la hora de seducir

Quizás este espíritu crítico nos venga, en parte, a través de esta sociedad que intenta crear ideales de belleza homogéneos, en función de intereses económicos (moda, cosmética, cine comercial, televisión…). Nos induce a buscar constantemente imperfecciones, incluso donde no las hay, para generarnos falsas necesidades y vendernos productos.

Sin embargo, ¿por qué no sentirnos orgullosos de nuestras diferencias, que nos hacen especiales? ¿Por qué no intentamos seducir sintiéndonos especiales y valiosos? Realmente todos lo somos, y si no podemos sentirlo, probablemente tengamos algo que trabajar en nuestro interior.

No atraemos solo desde el físico (parte biológica), también lo hacemos desde lo psicosocial

Afortunadamente, como comentábamos, no atraemos solo desde el físico (parte biológica), también desde lo psicosocial. Conocemos a muchas seductores que no tienen un físico excepcional y saben conquistarnos. ¿Qué tienen estas personas que no tienen otras? Precisamente, que se quieren y se aceptan. Una de las cualidades que más atrae de otras personas es la seguridad en uno mismo. Esta confiere un gran atractivo. Para ello hay que conocerse, valorarse, aceptarse y respetarse. ¡Tener una buena autoestima es tan importante…! ¿Cómo vamos a tratar de seducir a otra persona si no nos seducimos a nosotros mismos? Esto se refleja en el lenguaje no verbal, resultando contradictorio.

Otra de las características que más gustan a los demás es la simpatía, que suele estar en compañía de la sonrisa, la risa y el sentido del humor. Las personas que poseen dichas virtudes suelen transmitir muy buena energía, crean ambientes relajados, divertidos y distendidos. Pero la esencia del humor está en la capacidad de reírse de uno mismo. Significa que estamos a gusto con nosotros mismos, a pesar de nuestras imperfecciones. En definitiva, que nos aceptamos. Y, por supuesto, no nos podemos olvidar del efecto terapéutico de la risa y la sonrisa, que aumenta nuestro sistema inmunológico. ¿A quién no le gusta estar con este tipo de personas que generan tanto ‘buen rollo’?

La empatía, saber ponerse en el lugar del otro, es una cualidad maravillosa que suelen tener los seductores. A todos nos gusta que nos escuchen, que se preocupen por nuestras cosas, que vibren emocionalmente con nosotros, que nos hagan sentir especiales, que nos tengan en cuenta…

Otra virtud de una persona seductora es ser buena comunicadora, ser asertiva. En otras palabras, sabe expresar sus necesidades, sabe decir que no con delicadeza, sin dañar a los demás. Las personas asertivas no admiten que se les falte al respeto y saben defender sus derechos. Además, cuando critican, lo hacen de manera positiva, evitando ser desconsideradas. Por otro lado, expresan los sentimientos y el afecto con claridad y participan agradablemente en las conversaciones.

Estas son algunas de las cualidades que podría tener una persona seductora. En realidad, son habilidades sociales, que nos permiten relacionarnos mejor con los demás en todos los ámbitos, no solo en la seducción. Hay gente que las han adquirido con facilidad, sin ser muy conscientes de ello. Lo positivo es que, como habilidades sociales que son, se pueden aprender y perfeccionar.